HEMOS DE DESTACAR la importancia de seguir las indicaciones de los socorristas cuando acudimos a la Playa y observar la señalización e información mediante banderas y carteles, sobre todo en las zonas de corriente de resaca.
También, fijemonos en posibles pistas…
1. Observar las líneas de olas.
La mayor profundidad del canal de resaca en comparación con las zonas adyacentes, evita que las olas rompan. Por lo tanto, se produce un contraste entre la zona de la corriente de resaca (oleaje más calmado o inexistente) y las zonas adyacentes dominadas por olas de traslación con espuma blanca, lo que permite la identificación de la corriente de resaca, ya que esta puede «interrumpir» varias líneas de oleaje.
2. Identificar el tono arenoso del mar.
Las corrientes de resaca pueden identificarse a veces a simple vista como consecuencia de la erosión producida por la arena que transportan en suspensión. A veces, esta arena y materiales pueden dar un tono arenoso que permite identificar las corrientes de resaca. Otras veces pueden tener colores azul intenso o más apagado. Las zonas de la playa durante bajamar donde la erosión es más acusada también alertan sobre este fenómeno.
3. No perder la calma y nadar en paralelo a la orilla.
Si caemos en una corriente de resaca lo que nunca debemos hacer es perder la calma y nadar contra corriente hacia la orilla, lo aconsejable es salir de la corriente nadando paralelamente a la orilla y después, cuando ya no sintamos el tirón de la corriente, volver a la playa de forma inclinada aprovechando el empuje de las olas de traslación.
Si somos buenos nadadores, podemos dejarnos llevar hasta la cabecera de la corriente de resaca, donde la velocidad es mínima, y después nadar en dirección inclinada hacia la orilla. Los canales de resaca son también un riesgo para los bañistas que no sepan nadar, ya que pueden «perder pie» al andar por el agua paralelamente a la orilla (las «pozas» mencionadas como causas de numerosos ahogamientos).
*Muchas playas no tienen socorristas y además la gente se baña fuera de las zonas acotadas por los socorristas y cuando estos no están en su horario de trabajo, por lo que en numerosas ocasiones, afrontar estas situaciones depende de nosotros.